Con el próximo reestreno en cines de Tiburón, aprovechamos para hacer un repaso a la historia que gira en torno a esta película de culto que arrasó en taquilla en 1975 y se convirtió, ni más ni menos, en la primera película del verano tal y como lo entendemos hoy en día.

Personalmente, Tiburón es una de mis películas favoritas desde que tengo uso de razón, y cada vez que la vuelvo a ver, la aprecio un poco más. No cabe duda de que es una obra de arte… aunque su propio director, Steven Spielberg, no esté del todo de acuerdo con eso. Más adelante hablaremos de algunas curiosidades del rodaje y de los comentarios del propio Spielberg, pero antes, vamos a sumergirnos (guiño intencionado) en su repercusión, sus secuelas, y en el fenómeno cinematográfico que desató el llamado: Sharksploitation.

Tiburón (1975): El origen del miedo al mar

La película comienza sin rodeos: en los primeros cinco minutos ya nos deja claro por dónde va a ir. Solo hace falta ver la mítica portada, con la imagen de una chica nadando en la superficie… (interpretada por Susan Backlinie) y un tiburón descomunal subiendo desde las profundidades. Aunque no lo vemos, se percibe, y lo mejor de todo es que no le hace falta aparecer: la escena ya es perfecta así. No hay presentación lenta ni respiro. Desde entonces, todos miramos el mar con otros ojos.

Tiburón no solo redefinió las películas de terror y suspense: cambió la manera en que el público percibía el océano, y convirtió a los tiburones en el enemigo número uno de cada verano. De hecho, no es exagerado decir que provocó auténticas oleadas de miedo a bañarse en la playa. A los más pequeños les generó pesadillas (yo misma llegué a pensar de niña que un tiburón podía colarse en mi habitación ^^U).

Es algo que, salvando las distancias, solo ha logrado otra película de Spielberg: Jurassic Park. Aunque en este caso, claro, la gente no desarrolla fobia a los dinosaurios, entre otras cosas porque, por ahora, siguen extinguidos.

El tiburón que no se ve… pero se siente

La película tiene un ritmo perfecto: desde el inicio nos deja claro de lo que es capaz el tiburón que, por cierto, tiene nombre y se llama Bruce (¡me encanta!). Poco a poco nos van mostrando las consecuencias de sus ataques… y también de las malas decisiones del alcalde y del propio sheriff, mientras la tensión se mantiene en todo momento.

Me encanta toda la parte de los barriles <3

¿Sabías que el tiburón solo aparece unos 4 minutos en toda la película? Aunque podría parecer una decisión creativa para generar suspense, la realidad es otra: Spielberg quería mostrarlo mucho más, pero el tiburón mecánico, Bruce, fallaba constantemente. Eso obligó a rodar muchas escenas sin mostrarlo directamente. En su lugar, sentimos su presencia todo el tiempo: con planos subjetivos (como esas tomas desde debajo del agua enseñando las piernas de posibles víctimas), silencios incómodos y ese constante «algo no va bien…».

Lo que nos deja algo claro, y es que a veces lo que no ves, asusta más. Y eso en Tiburón, funciona a la perfección.

John Williams: dos notas que cambiaron el cine

Otro de los elementos que le da a la película ese toque único es, sin duda, su banda sonora, compuesta por John Williams. Solo hicieron falta dos notas para crear una de las melodías más icónicas de la historia del cine. De hecho, Spielberg pensó que era una broma cuando la escuchó por primera vez, pero luego reconoció que «la mitad del éxito de la película se debía a la música».

Y tengo que admitir, sin ser yo ninguna experta de nada, que algunas melodías más allá del tema principal (como la que suena en los momentos con los barriles amarillos) me sorprendieron. Tienen un tono casi aventurero, como si estuviéramos viendo una película de acción clásica más que una de terror o suspense.

Si os animáis a verla (que deberíais si no lo habéis hecho ya), os invito a prestar atención a la música, incluso en las partes donde el famoso chan-chan no suena.

El primer blockbuster… y una ola imparable

Pocas palabras definen tan bien a Tiburón como blockbuster. De hecho, fue la primera película en recibir esa etiqueta, ya que el público hacía colas inmensas para verla en los cines, rodeando manzanas enteras. Creo que este reestreno en pantalla grande es una oportunidad irrepetible… y ojalá se llenen los cines otra vez, porque sería histórico.

Muy pocos esperaban una repercusión tan enorme. Pero pasó: aumentaron los miedos al mar, las noticias de ataques de tiburones e incluso las leyendas urbanas. El impacto fue tal que Tiburón se convirtió en la película más taquillera de la historia, hasta que llegó La Guerra de las Galaxias en 1977.

Spielberg siempre ha tenido una relación curiosa con la película. Algunas de sus frases más conocidas sobre ella son:

“Yo no hice Tiburón. Tiburón me hizo a mí.”
“La habría hecho muy distinta si no hubiese estado tan limitado.”

Personalmente, ya es perfecta. Pero bueno… él aún no lo sabe.

Tres hombres, un barco y un tiburón gigante

Uno de los grandes aciertos de Tiburón está en su trío de protagonistas. La tensión no solo venía del agua… también del carácter de cada uno y de cómo se enfrentaban al miedo desde perspectivas muy distintas.

  • Roy Scheider interpreta al sheriff Martin Brody, un hombre que teme el agua pero intenta proteger a su comunidad. Es el personaje más cercano al espectador, y el que sufre esa impotencia constante al ver cómo lo ignoran cuando intenta hacer lo correcto. Su famosa frase “Vas a necesitar un barco más grande” se convirtió en leyenda del cine.

  • Richard Dreyfuss da vida al oceanógrafo Matt Hooper, con su humor sarcástico, gafas redondas y mucha pasión por los tiburones. Su forma de hablar, su energía y su mirada científica contrastan con la de Brody y el tercer integrante del grupo.

  • Robert Shaw es Quint, el cazador de tiburones veterano y obsesivo, con ese monólogo brutal sobre el USS Indianapolis, que hiela la sangre. Su personaje es duro, intimidante, casi como otro depredador más.

Una de las escenas más memorables ocurre cuando los tres están bebiendo en el barco y comienzan a comparar sus cicatrices de guerra. Entre bromas, risas y cierta camaradería, Quint y Hooper comparten heridas físicas que los han marcado… mientras que Brody no dice nada. Solo se mira el abdomen, donde intuimos que su cicatriz es de una simple apendicitis. Ese gesto tan pequeño habla por él: no necesita monstruos marinos para tener miedo, ya vive con él a diario. Es el más vulnerable de los tres, y quizás por eso… el más valiente.

Es una escena muy simbólica, y una de mis preferidas debo añadir. Justo antes de que comience la verdadera caza, vemos cómo los tres empiezan a conectar, a respetarse… y a compartir sus traumas, como hace Quint al relatar su experiencia con el USS Indianápolis, (que, para mi sorpresa, fue un acontecimiento real). Ya no son tres desconocidos en un barco: son un equipo… aunque solo por un momento.

Definición perfecta de «la calma antes de la tormenta»

Una recreativa asesina: Killer Shark (1972)

Ya que esta web se llama Chicas Gamers, no podíamos dejar pasar una curiosidad que une cine y videojuegos: en una escena del muelle, mientras Brody discute con el alcalde, se ve una recreativa antigua llamada Killer Shark. Puede parecer un simple decorado… pero en realidad, ¡es un juego real!

Killer Shark fue una máquina arcade electromecánica lanzada por SEGA en 1972, tres años antes del estreno de la película. Los jugadores usaban una pistola de luz para disparar a un tiburón que se proyectaba sobre la pantalla mediante luces y transparencias. No tenía gráficos digitales, ni pantallas modernas, pero sí mucha presencia (y bastante ruido).

Spielberg decidió incluirla como guiño autorreferencial. Antes de que su tiburón gigante aterrorizara a todo el mundo, Killer Shark ya estaba matando buzos en los salones recreativos.

Un detallito que hoy se considera uno de los primeros cameos de un videojuego en una película, y además, muy bien elegido.

El tiburón que convirtió a Spielberg en Spielberg

Aunque hoy es uno de los directores más conocidos de la historia del cine, Steven Spielberg solo tenía 27 años cuando rodó Tiburón. Hasta entonces, había dirigido televisión y una película para cine (The Sugarland Express), pero no era un nombre destacado en la industria.

Todo cambió en 1975:

  • Tiburón se convirtió en la película más taquillera de la historia hasta ese momento.
  • Fue el primer gran blockbuster de verano y cambió para siempre la forma de estrenar películas.
  • A pesar del caos en el rodaje, Spielberg demostró una capacidad increíble para crear tensión, ritmo y espectáculo. Universal estaba tan preocupada por los retrasos que casi lo despide.

Después de Tiburón, su carrera explotó: llegaron Encuentros en la tercera fase, Indiana Jones, E.T., Parque Jurásico, La lista de Schindler… y todo empezó con ese tiburón mecánico que a penas funcionaba.

Podríamos seguir con muchos más detalles y curiosidades sobre Tiburón, como por ejemplo:

  • Que el tiburón mecánico se llamaba Bruce, como el abogado de Spielberg.
  • Que Spielberg no asistió al último día de rodaje por miedo a que lo tiraran al agua como “despedida”.
  • Que John Williams tocó el piano en la banda sonora original.
  • Que el rodaje se alargó más del doble de lo previsto, y el presupuesto se disparó.
  • Que Robert Shaw y Richard Dreyfuss se llevaban fatal fuera de cámara (pero eso solo hizo que su rivalidad en pantalla fuera más creíble).
  • Y que el tiburón ¡ni siquiera ruge! (aunque en las secuelas… bueno, ya hablaremos de eso).
  • Spielberg quería que Tiburón 2 fuese una precuela basada en el hundimiento real del USS Indianápolis, donde los marineros sobrevivieron al naufragio… pero no a los tiburones. Al final, Universal apostó por una secuela más «convencional», pero la historia quedó inmortalizada en el icónico monólogo de Quint.
  • Y una última curiosidad fuera de las películas… ¿Sabías que el tiburón blanco se extinguió en 2018?
Sí, ese es Spilberg

Tiburón sigue siendo inimitable, pero lo cierto es que no fue la única que nos hizo mirar al agua con respeto.

Un último chapuzón de curiosidades… y pelis con más dientes que sentido

Podríamos seguir con muchísimos más detalles sobre Tiburón: desde el rodaje caótico con tiburones que no funcionaban, hasta cómo Spielberg no quiso dirigir la secuela por el trauma que le causó la primera entrega. Pero lo dejamos aquí, no sin antes recordar que esta película no solo cambió el cine… también cambió nuestra forma de ver el mar.

Y como esta web va de cine y videojuegos… no podíamos acabar sin mencionar algunas películas míticas de tiburones que, aunque no son Tiburón, sí han sabido ganarse su lugar (ya sea por calidad o por lo absurdas que son). Aquí va una selección:

Tiburón 2 (1978)

Vale, no es tan icónica como la original, pero tiene su encanto. Roy Scheider repite como Brody, y el pueblo de Amity vuelve a verse amenazado por otro tiburón. Brody está convencido de que esta nueva amenaza tiene alguna conexión con el primer tiburón, algo que recuerda (aunque aún más exagerado) a Tiburón: La venganza (1987), donde Ellen, la viuda de Brody, está convencida de que un tiburón quiere acabar con toda su familia. ¡Y ya ves si lo parece!

En Tiburón 2, la tensión se mantiene en algunos momentos, sobre todo cuando el tiburón acecha a un grupo de adolescentes que se han ido de escapada en barco. Aun así, ya se nota más como una secuela de estudio que como un proyecto de autor. Pero si te quedaste con ganas de más… esta es, sin duda, la más digna de las continuaciones.

Tiburón 3 (1983)

Aquí es cuando la saga decide tirar la lógica por la borda… y adentrarse en el parque temático. Tiburón 3-D transcurre en SeaWorld (sí, el real), donde un tiburón logra colarse en las instalaciones y, por si fuera poco, no viene solo. La película intenta sorprendernos con el uso del 3D (muy de moda en los 80), pero los efectos han envejecido tan mal que hoy parecen casi parodia.

La historia sigue a los hijos de Brody, que ahora trabajan en el parque acuático, y aunque hay algún momento curioso, lo cierto es que la trama es un caos. Eso sí, tiene su encanto como rareza ochentera, y si te va el cine kitsch con tiburones animatrónicos que rompen cristales en cámara lenta, esta es tu película.

No da miedo, no da mucha tensión… pero entretiene a su manera. Y ver a un tiburón gigante nadando por un túnel acrílico tiene su punto.

Deep Blue Sea (1999): Tiburones inteligentes y muertes inolvidables

Tiburones modificados genéticamente, un laboratorio submarino al borde del desastre… y una de las muertes más inesperadas de la historia del cine (si sabes, sabes). Es una mezcla entre acción y terror marino, con un ritmo frenético y mucho desparpajo. No se toma en serio a sí misma, y quizá por eso funciona tan bien.

Samuel L. Jackson y Thomas Jane aportan el carisma necesario para que nos creamos esta locura, que llegó cuando el cine de tiburones necesitaba algo nuevo. ¿Es mítica? Sí. ¿Es buena? Eso ya lo decides tú. Pero sin duda, es de esas pelis que marcaron a toda una generación… aunque fuera por el susto. …y aunque tuvo dos secuelas más (una en 2018 y otra en 2020), ninguna logró replicar el impacto (ni el caos divertido) de la original.

Infierno azul (2016): tú sola contra el océano

Una chica atrapada en una roca, un tiburón hambriento y mucha, mucha angustia. Infierno azul es una de esas películas que siempre pillas empezadas en la tele… y terminas viendo entera, aunque sea por puro aburrimiento. Pero ojo: funciona.

Protagonizada por Blake Lively, la historia se desarrolla casi en su totalidad con ella sola, herida y atrapada en medio del mar, mientras un tiburón merodea sin descanso. Aquí no hay barcos, ni grupos de supervivientes, ni demasiados adornos: solo ella, el océano… y el miedo.

Esa sencillez juega a su favor, y hace que la tensión no afloje casi en ningún momento. No inventa nada nuevo, pero lo que hace, lo hace bien. Y si no le tienes miedo al mar, quizá después de verla lo pienses dos veces antes de nadar lejos de la orilla.

A 47 metros (2017): Claustrofobia submarina con escualos de fondo

Dos hermanas bajan en una jaula para ver tiburones… pero la cuerda se rompe y acaban atrapadas en el fondo del mar, con el oxígeno justo y tiburones rondándolas. A pesar de su presupuesto ajustado (5 millones de dólares y recaudando 62 millones), consigue transmitir ansiedad y claustrofobia como pocas. La historia juega constantemente con la desesperación, los tiempos límite y el terror psicológico que supone estar atrapado en las profundidades, sin ayuda y sin saber si saldrás viva.

No tiene el carisma de otras pelis del género, pero su premisa es lo bastante potente como para mantenerte con tensión toda la película. No esperes una gran historia ni desarrollo de personajes: aquí lo importante es que respires (o no) con ellas.

Una de esas películas que, si estás pensando en cumplir el sueño de tu sobrina de nadar entre tiburones… mejor mírala después del viaje.

…y aunque tuvo una secuela en 2019 (El terror emerge), no logró repetir la tensión ni el impacto de la primera, y acabó siendo más exagerada que angustiosa.

Megalodón (2018): Jason Statham contra un tiburón del tamaño de tu casa

Si un tiburón blanco ya impone (el de Tiburón medía 8 metros y pesaba unas 3 toneladas), imagínate uno del tamaño de un autobús. Y ahora añade a Jason Statham enfrentándose a él… ¡a puñetazos! Ya tienes el resumen de esta fantasía exagerada, Mega absurda y totalmente consciente de ello.

No busca ser realista: busca ser puro espectáculo, y en eso cumple. Ideal para echarte unas risas con los colegas con un buen bol de palomitas para poder tragarte semejante locura. Y si tienes buen ojo, verás como el tiburón cambia de tamaño en escenas distintas, a demanda del guión.

Y sí, Megalodón también tuvo secuela: Megalodón 2: La fosa (2023), con aún más bichos gigantes, más acción descontrolada… y, cómo no, más Statham haciendo de Statham. Si esperabas realismo, te equivocaste de océano.

Sharknado y compañía: Cuando el sharksploitation se fue de las manos

Si Megalodón ya se alejaba bastante fuera del radar de buenas películas de tiburones, hay todo un subgénero que directamente vuela (literalmente) por los aires: tiburones mezclados con tornados, pulpos, fantasmas o incluso arena. Sharknado, Ghost Shark, Sand Sharks… y sorprendentemente, un largo etcétera. No son buenas, ni lo pretenden, pero son tan absurdas que se han convertido en auténticos memes del cine. Basura deliciosa, de la que solo puedes disfrutar si entras en su juego. Cine malo… pero con encanto.
Sensación de tiburón

Un ejemplo perfecto de cómo el Sharksploitation ha evolucionado del miedo al mar al puro cachondeo.

BONUS: ¿Y si el tiburón eres tú?

Para cerrar este repaso, no podíamos dejar fuera un videojuego que lleva el espíritu de Tiburón al siguiente nivel: Maneater.

En este juego, tú eres el tiburón. Sí, así de claro. Empiezas como una cría y vas evolucionando a medida que sobrevives, cazas y te enfrentas a humanos y otros depredadores. Es un RPG marino lleno de humor negro, exageración y momentos muy locos.

Lo analizamos en la web en su momento, y si te pica la curiosidad, puedes leer nuestro análisis completo.

Conclusión: Sobrevivir al Sharksploitation (o morir riendo)

Podríamos seguir hablando de más películas, como Mar abierto (inspirada en una historia real), o Carnada (otra fumada, pero en un supermercado), También de anécdotas de rodajes, tiburones robóticos y efectos que daban más risa que miedo… Pero este reportaje ya se ha ganado el título de chapa de «yo sobreviví al Sharksploitation».

Desde el cine más tenso e icónico como Tiburón, hasta los experimentos genéticos imposibles o tornados llenos de escualos, está claro que los tiburones seguirán nadando entre nuestras pesadillas, nuestras risas… y nuestras películas favoritas.

Y recuerda: ‘Tiburón’ vuelve a los cines en España del 29 de agosto al 4 de septiembre por su 50.º aniversario. En IMAX, 3D y 4DX. Una oportunidad única para volver a Amity Island… o para vivir el terror por primera vez.

Gracias, Universal. Ahora solo falta que nos invites al pase. *_*

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Me criaron con una TV Game 2600, y después se lió parda, de Sega, pasando por Neo-Geo y Dreamcast, hasta que llegó mi primera PlayStation. Podría considerarme sonyer-seguera pero también me pasé los mejores años de vicio en el PC. Después te independizas, empiezas a jugar menos y se te caduca el carnet gamer. Por eso estoy aquí, para recuperarlo y hablar de lo que tanto nos gusta.

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