Hoy os traemos el análisis de Shujinkou para Nintendo Switch, un DRPG diferente de mano de Rice Games, que convierte el aprendizaje del japonés en toda una aventura épica. Mezclando lo mejor de los Dungeon Crawler clásicos con un aderezo de Visual Novel, nos lleva a través de mazmorras, combates por turnos y un sistema de progresión al más puro estilo clásico, este título busca que memorices vocabulario, gramática y kanji mientras disfrutas como si fuese un Persona. ¿Puede un videojuego realmente ayudarte a estudiar japonés como si fuera tu compañero de party? Sigue leyendo y descubre por qué Shujinkou puede ser el DRPG que estabas esperando para unir ocio y aprendizaje.

Historia: Cuando el idioma se convierte en destino

La historia de Shujinkou comienza en la aparente calma de una aldea donde vive Shu, un samurái retirado que ha dejado la espada para cuidar de su hermana Momo. Esa paz se quiebra cuando irrumpe un Akuma, un demonio ancestral capaz de arrasar todo a su paso. En la desesperación de ese primer enfrentamiento, algo insólito despierta: un orbe Kanakae resplandece con el brillo de un kana, revelando que las palabras y los nombres encierran un poder capaz de herir incluso a los demonios. La tragedia obliga a Shu a retomar el camino del guerrero, guiado ahora por una fuerza que no comprende del todo.

La risueña Momo y Shu

Pronto Shu no estará solo: en su viaje se cruzará con Jin y Kou (cuyos nombres, junto al suyo, dan sentido al título del juego), compañeros de destino que marcarán el rumbo de la aventura. Cada uno arrastra cicatrices y secretos, y cada uno revela un vínculo distinto con los orbes y con el misterio que los rodea. A su lado se unirán aliados inesperados: un zorro excéntrico liberado de una maldición de palabras olvidadas, y una princesa cuyo linaje guarda la clave de un pacto prohibido.

No es un manual disfrazado de RPG: es un RPG que convierte el idioma en parte de su ADN

El trasfondo del mundo es sombrío y fascinante. Los Akuma no son simples bestias: muchos nacen de nombres humanos borrados, de emociones corrompidas o de verdades que la gente prefirió callar. A medida que Shu y sus compañeros atraviesan aldeas arrasadas, castillos en ruinas y territorios donde el lenguaje mismo se desmorona, la historia revela que lo que parecía una batalla personal es en realidad una lucha por restaurar el vínculo entre humanidad, memoria y palabra. Un combate no solo por la supervivencia, sino por el futuro mismo de un mundo donde olvidar un nombre puede significar condenar un alma.

Jugabilidad: Mazmorras y kanji en el mismo camino

La jugabilidad de Shujinkou se apoya en dos grandes pilares: la exploración de mazmorras al estilo clásico de un dungeon crawler y un sistema de combate por turnos donde los kana y las palabras se convierten en armas. Sí, aquí tu mejor amigo no será la espada +5 de fuego, sino el hiragana 「あ」.

Por si no lo habías anticipado, te lo avisamos nosotros: Shujinkou quiere que aprendas japonés mientras juegas. Sus mecánicas integran el idioma de forma natural, y para hacer más ligera esta reseña para quienes no lo conozcan, os damos una breve introducción.

El juego nos enseña empezando desde el vocabulario más basico

En japonés no existen vocales y consonantes sueltas como en español o inglés, sino que se organizan en silabarios. El juego utiliza los tres sistemas de escritura que tiene el idioma japonés y los va presentando poco a poco en las mazmorras:

  • Hiragana: 「か、き、く, け、こ」, usado en palabras japonesas.
  • Katakana: 「カ、キ、ク、ケ、コ」, empleado en préstamos extranjeros como パソコン (pasokon = personal computer).
  • Kanji: ideogramas que representan conceptos completos, como 雨 (ame, “lluvia”).

Estos sistemas no son solo decorado: son la base de la mecánica jugable. A medida que los interiorizas, tu progreso se vuelve más ágil. Shujinkou convierte literalmente el estudio en arma. Aquí “empollarte los apuntes” puede equivaler a un crítico que deja seco a un demonio.

Exploración

El juego nos lanza a mazmorras en primera persona, con pasillos laberínticos que se revelan paso a paso en el mapa. Su estructura recuerda a Etrian Odyssey, donde cada esquina puede esconder trampas, cofres o rutas alternativas, y la atmósfera inquietante evoca a los Shin Megami Tensei o Persona clásicos, con la sensación de que cada paso es un descenso a lo desconocido.

El diseño de mazmorras está muy bien pensado: abundan los atajos de un solo sentido y los enemigos visibles que persiguiéndote obligan a decidir rápido tu próximo movimiento para no acabar atrapado en un callejón sin salida. Lo más loable es que no hay caminos de relleno; aquí, cada desvío tiene su recompensa y cada tramo explora la tensión entre riesgo y avance.

La exploración juega un papel fundamental en Shujinkou

Eso sí, la apuesta por lo retro es total: animaciones mínimas, pasillos similares y exploración que puede sentirse plana frente a títulos modernos. Depende de tu prisma: para unos será “sabor clásico”, para otros “esto me suena haberlo visto en el pasillo anterior… y en el anterior”. Lo bueno es que hay bastantes opciones de accesibilidad para personalizar la experiencia —correr por defecto, batallas aceleradas, desactivar el “Labyrinth Bob” si te marea la cámara—, lo que suaviza parte de esas limitaciones.

Durante la exploración encontrarás carteles y notas con explicaciones de gramática japonesa. No son meros adornos: se integran en el gameplay, anticipando mecánicas que luego marcan la diferencia en combate. Dominar hiragana y katakana no solo sirve para aprobar un examen: aquí literalmente puede salvarte la vida.

Combate

Vamos con lo que es, para este humilde servidor, la joya de la corona. El combate es por turnos, pero con un giro: cada personaje equipa orbes Kanakae, imbuidos con kana y elementos, que permiten lanzar ataques físicos, conjuros o habilidades especiales. Créeme: no te saltes los tutoriales, porque si lo haces estarás perdido. Lo brillante es cómo estos orbes convierten el lenguaje en estrategia; usar el kana adecuado no solo potencia tu ataque, sino que puede abrir vulnerabilidades ocultas y darle la vuelta a la batalla.

Si quieres dominar los críticos tienes que saberte los Kana

La clave está en que los enemigos no solo tienen debilidades elementales, sino también debilidades ontológicas ligadas a su propio nombre. Si logras usar el kana correcto —por ejemplo, el que forma parte del nombre de la criatura—, el ataque se convierte en devastador. Un ejemplo: “hormiga” en japonés es あり (ari). Si equipas el orbe de 「あ」, haces un daño multiplicado. Aquí una simple “a” tiene más filo que la katana de tu abuelo.

Nunca una simple sílaba tuvo tanto filo como en Shujinkou.

Al explotar debilidades llenas un medidor especial que desbloquea movimientos de gran poder. La gestión de recursos —puntos de magia, cambios de orbes, habilidades— exige pensar cada turno como una jugada de ajedrez. Pero en vez de torres y alfiles, aquí manejas sílabas japonesas contra demonios.

Tu cara cuando entiendes el kanji… pero no lo que hace la habilidad

Mecánicas adicionales

Shujinkou no se limita a mazmorras y combates. Incluye negociación con Akuma (sí, Persona vibes), misiones secundarias, forja, tiendas e incluso pesca. El ritmo cambia entre momentos de exploración con aires de visual novel y tramos de dungeon crawler más exigente. Y según la dificultad, la experiencia puede sentirse como un paseo narrativo… o como un examen sorpresa de japonés nivel inferno.

Apartado gráfico y sonoro

El apartado audiovisual busca sumergir al jugador en un Japón feudal cargado de misticismo. Los escenarios transmiten esa dualidad entre lo bello y lo decadente: aldeas envueltas en niebla, templos consumidos por el tiempo y campos devastados contrastan con paisajes bañados por la luz del amanecer. La dirección de arte combina tonos apagados con estallidos de color al activar los orbes Kanakae, reforzando la conexión entre lenguaje y poder.

Estrategia avanzada: confiar en la chiripa

Los personajes, inspirados tanto en grabados ukiyo-e como en un trazo moderno tipo anime, transmiten identidad desde la silueta. Shu rezuma sobriedad, Jin irradia rebeldía y Kou aporta ligereza, mientras que los Akuma destacan con formas híbridas atravesadas por caligrafías rasgadas. El trabajo visual de Shujinkou corre a cargo de Miyukiko, ilustradora con base en Australia cuyo estilo fusiona la estética tradicional japonesa con la sensibilidad del anime moderno. Sus trazos delicados y elegantes, combinados con una paleta que alterna tonos suaves y etéreos con acentos vibrantes, dan identidad tanto a héroes como a monstruos.

Fuera de lo que son escenas ilustradas, el acabado artístico se resiente en lo jugable: los combates apenas cuentan con animaciones y los pasillos de las mazmorras, aunque evocan un aire clásico, resultan planos y repetitivos frente a otros RPG actuales.

Cuando cargas el trabajo final y el archivo pesa 2GB en Word

La música, en cambio, es sobresaliente. Shamisen, shakuhachi y taikos se mezclan con arreglos orquestales y sintetizadores, creando un puente entre lo tradicional y lo contemporáneo. En combate, los coros susurrantes evocando sílabas olvidadas refuerzan la idea de que el lenguaje mismo es un arma. Aquí se nota el peso de colaboradores musicales con experiencia previa en la industria.

La interfaz es otro punto mejorable. Aunque funcional, no siempre es clara en los menús y la tipografía carece de personalidad. Se agradece la posibilidad de alternar entre hiragana, katakana o kanji con un clic al R3, pero la explicación es algo confusa. Un refinamiento en este aspecto habría hecho que lo audiovisual brillase tanto como la música.

Conclusión

Lo más brillante de Shujinkou es la audacia de convertir el lenguaje en el núcleo de un sistema de combate profundo y estratégico. No es un simple adorno: dota al juego de una identidad única que pocos RPG pueden igualar. Pensar qué kana usar, cómo combinarlos y cuándo explotar una vulnerabilidad convierte cada encuentro en un reto tan ingenioso como refrescante.

Pocos indies apuestan tanto: Shujinkou es un pequeño milagro nacido de la perseverancia.

Ese acierto central convive con limitaciones: gráficos modestos, animaciones escuetas y una interfaz que resta personalidad, aunque se ve compensada por una dirección de arte notable. La curva de aprendizaje puede intimidar si no conectas rápido con la propuesta, pero si perseveras, el sistema deja de ser un muro para transformarse en una de las mecánicas más originales del género.

El verdadero poder de Shu: ser onii-chan

La duración es generosa —fácilmente más de 60 horas, superando las 100 para los completistas— y se articula en dos campañas: el Arco Genya, centrado en la lucha contra los Akuma devoradores de lenguaje, y el Arco Sabaku, con un giro más diplomático y profético. Una apuesta ambiciosa que pide compromiso, pero que recompensa con creces al que se deja atrapar.

Llevo años estudiando japonés y, de vez en cuando, exploro productos que intentan gamificar el aprendizaje del idioma. Muchos lo rozan, pero Shujinkou es el único que lo convierte en una experiencia jugable 100% disfrutable incluso para quienes pasan del idioma, aunque gana muchísimos enteros si decides integrarlo en tu aprendizaje. Además, es accesible y cuenta con atajos para que, independientemente de tu nivel, puedas disfrutarlo.

En definitiva, Shujinkou deslumbra por su núcleo jugable. Es un DRPG que convierte el aprendizaje en aventura, el lenguaje en arma y la perseverancia en victoria. La misma perseverancia que tuvo el estudio para sacar adelante un proyecto que, con sus luces y sombras, se siente como un pequeño milagro indie. Puede que no sea perfecto, pero es difícil no admirar la pasión y resiliencia que lo sostienen.

Shujinkou está disponible en Nintendo Switch desde el 2 de octubre de 2025, y ya está disponible para PlayStation 5, PlayStation 4 y Steam .

Shujinkou

7.8 ¡Mola mucho!

Shujinkou es un DRPG que deslumbra por una idea central brillante: convertir el idioma japonés en un sistema de combate tan original como profundo. Su curva de aprendizaje es exigente y su duración larga puede intimidar, pero quienes se dejen atrapar descubrirán una experiencia única que mezcla aprendizaje y aventura como pocas veces se ha visto en el género.

Lo mejor
  1. Sistema de combate
  2. Banda sonora
  3. Diseño de personajes y arte en general
Lo peor
  1. Escueto en el apartado gráfico
  2. Puede intimidar por la curva de aprendizaje y duración
  3. Le interfaz a veces es poco clara y la tipografía sin personalidad
  • Historia 7.5
  • Jugabilidad 8.5
  • Apartado artístico 7
  • Apartado sonoro 8
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Runner de día, gamer de noche y protagonista de mi propio JRPG emocional. Nací con rings de Sonic, crecí con la Master Sword y ahora intento sobrevivir entre deadlines como si esto fuera Final Fantasy Tactics. Main de Sin Kiske, fan de Cloud, y últimamente poseído por la locura divina de Chainsaw Man y las verdades incómodas de Bleach. Si me ves escribiendo sobre videojuegos como si me fuera la vida en ello… probablemente es que me ha dado otro boost de adrenalina azul. A veces soy productivo...

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