Tras convertirse en un master of horror del siglo XXI con Midsommar y Hereditary, el norteamericano Ari Aster vuelve a la carga con la peculiar Eddington (2025), con la que trata de analizar la problemática reacción de su país a la pandemia del COVID-19.
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No es tan desencaminado afirmar que Ari Aster (1986, Nueva York) ha acabado haciéndose hueco en la cantera de nuevas promesas dentro del cine de género, acompañando a figuras como Robert Eggers, Jordan Peele o la sensacional Coralie Fargeat. Mientras que Eggers es un cineasta más contemplativo o Peele utiliza el terror para tratar temas sociales, Aster se ha decantado por películas muy heterogéneas en forma y fondo. Hereditary y Midsommar son dos indiscutibles hits del terror contemporáneo que no pueden ser más diversos, y eso que el director ya apuntaba maneras con el cortometraje The Strange Thing About the Johnsons.
Con Eddington, somos por primera vez testigos de un Aster alejado del fantástico, con un neo western que narra la historia de un pueblo norteamericano fronterizo con México y asolado por la pandemia del año 2020. Las medidas del alcalde Ted García (Pedro Pascal) no entran en la anticuada cabeza del sheriff del pueblo, Joe Cross (Joaquin Phoenix), que cada vez deja influenciarse más por la arrolladora presencia en redes sociales de grupos de extrema derecha. A partir de esto, Aster plantea un auténtico caleidoscopio de personajes, a cada cual más irritable, sin dejar títere con cabeza, ya sea con la extrema izquierda y la derecha.
Lo que más resulta interesante de Eddington es su tratamiento de los debates acerca del control de armas y de la reflexión que plantea Aster acerca del inmenso poder de las redes sociales para llevar a la ciudadanía a cometer actos deleznables. En ese sentido, y más viendo los atentados que están ocurriendo estos días en Estados Unidos, la película logra ser auténtica en su presentación, siendo un filme satírico e inventado, siguiendo a la perfección la cita del nipón Akira Kurosawa, que afirmó que el cine es una manera de ver el mundo.
Siendo tan interesante en sus reflexiones y lo que hace reflexionar al espectador, Eddington acaba no siendo tan redonda como cabria esperar. A un segundo acto algo torpe le sumamos el desaprovechamiento absoluto de dos intérpretes muy loables que son Emma Stone y Austin Butler, aun con unas notables actuaciones de Phoenix y Pascal.
A pesar de ello, quizá el motivo por el que se recibió con tibieza en el Festival de Cannes, lo que sí le agradezco y me alegra es cuando Aster activa el, citando a mis contemporáneos, «modo diablo», con una conclusión espectacular que amplifica las ideas del filme. A algunos periodistas le parece una decisión demasiada pasada de rosca, pero aprecio mil veces más que un director se pase a que se quede corto.
Quizá estemos, exceptuando filmes como Inmune o la excelente experiencia de terror Host, ante la primera obra cinematográfica que pretende servir de cápsula del tiempo a unos meses demenciales donde las redes sociales amplificaban una conspiranoia total. El momento donde más vulnerables fuimos y, aunque permanecimos unidos en nuestros círculos, también se destaparon las facetas más oscuras de nuestra condición humana.
Conclusión de Eddington
En ese sentido, Eddington no solo funciona como una particular y notable cinta de thriller y comedia negra, sino que logra trascender reflejándose en la realidad más actual, con las terribles noticias que estamos leyendo estos días, y sirviendo para generar debates de sumo interés sobre el inherente peligro de los extremismos políticos, la dependencia que tenemos con las redes sociales y el cuidado que tenemos que tener con aquella palabra terrible llamada ignorancia.
Si tienes ganas de verla, puedes ir al cine a partir de hoy para pasar juzgarla tú mismo.