Hoy os traemos el análisis de NetherWorld para PC. Cuando tu rutina matutina se basa en alcohol, humor negro y pixel art cargado de mala leche, sabes que no vas a salir ileso. Los madrileños de Hungry Pixel firman este indie que apuesta por la poca vergüenza, la irreverencia y la sátira para levantar un mundo decadente donde las tabernas sustituyen a las mazmorras y las conversaciones bizarras pesan más que cualquier espada.
Acompáñanos y descubre si este viaje etílico al fondo del pozo merece un brindis… o salir corriendo antes de que llegue la resaca.
Historia: Crónica de una medusa con resaca anunciada
En NetherWorld las tabernas son mazmorras y los chupitos tu mejor arma.
Podríamos decir que Medoo no está pasando por su mejor momento. Su mujer le acaba de dejar y, como bien dice el kit de supervivencia de rupturas dolorosas, esto se supera con alcohol. Yo, personalmente, prefiero el “apúntate al gimnasio” que me recomendó una buena amiga, pero claro, siendo Medoo una medusa y no teniendo músculos (ojo, que lo he confirmado en la Wikipedia: ya he hecho mi trabajo de investigación), quizá eso no le sirva de mucho.
Así que, después de buscar algo de alcohol en casa para anestesiar emociones sin éxito, decide hacer lo peor que puedes hacer en una ruptura: irte a una taberna a pillarte un pedo solo. ¿Por qué no deberías hacerlo? Muy sencillo: porque corres el riesgo de que un mago cocainómano te haga el lío y acabes enrolado en una banda de dudosa legalidad, todo por intentar volver a casa y recuperar el control de tu caótica vida.
Y sí, así vemos a Medoo hundido en este pozo emocional del que tenemos que ayudarle a salir en esta aventura. Pero ojo, que aquí el pozo emocional no es el de Gris; de hecho, diría que es justo el contrapunto: menos sensibilidad y más irreverencia, cero poesía y mucha mala leche. Vamos, un título que la Santa Inquisición habría quemado en la hoguera y que haría persignarse a cualquier colegio del Opus. Pero sin más dilación, vamos a empezar a desmenuzar esta aventura con tintes de boss rush.
Jugabilidad: Entre chupitos, minijuegos y jefes con mala baba
Lo primero que se nos viene a la cabeza al ver NetherWorld es una estructura tipo Metroidvania: escenarios 2D con scroll lateral. Pero basta con jugar la primera media hora para ver que los tiros no van por ahí, sino que esto es más una aventura con tintes de boss rush. Eso sí, que nadie se asuste: aquí no hay infinitos cuadros de texto ni horas de lectura, nada más lejos de la realidad.
Los combates no son imposibles, pero algunos hitboxes te hacen brindar por tu paciencia.
Para superar la odisea de Medoo tendremos que interactuar con un desfile de personajes que nos irán situando en este mundo bizarro y decadente. Pero no esperes la clásica estructura laberíntica ni el backtracking tan característico del género; aquí se trata de avanzar en la historia a través de conversaciones, levantarte del suelo después de reírte a carcajadas (o recolocarte la mandíbula tras tanta poca vergüenza) y, por supuesto, enfrentarte a un boss.
Los bosses tienen un diseño correcto y las mecánicas aquí son las típicas: aprenderse el patrón de ataque y buscar sus vulnerabilidades. No presentan un reto excesivamente difícil, aunque algunos hitboxes no están del todo claros y pueden resultar frustrantes. Eso sí, que nadie se eche atrás: aunque no se puede elegir nivel de dificultad, existe un modo de combates más accesibles (aumentando la vida de nuestro protagonista), algo que se agradece.
En determinado punto de la aventura parece que se nos abre la posibilidad de romper la linealidad, pero que no os confunda: no se convierte en un mundo abierto, sino en la opción de hacer ciertas acciones en el orden que prefieras, con un margen de elección muy limitado.
Las mecánicas jugables se presentan de forma rápida, sin tutoriales eternos: aquí todo va de ensayo y error, como a mí me gusta. Básicamente, Medoo puede desplazarse a izquierda y derecha, recoger objetos del suelo y lanzarlos… a lo Yoshi escupiendo huevos, salvo que en lugar de flores lo que vuelan son copas de cristal y todo lo que pilles. La interacción es sencilla: pulsas el botón A y luego, con el gatillo y el stick derecho, controlas la dirección del lanzamiento.
A esto se suman algunos minijuegos que aportan variedad a la fórmula. Van desde disparar en clave arcade, concursos de beber que te dejan la pantalla borrosa o incluso un peculiar minijuego de “intimar” con señoras de la tercera edad. A cada cual más absurdo, y todos muy en la línea gamberra de la propuesta.
Y ojo, que aunque NetherWorld no llega a la profundidad de un RPG (ni lo pretende), sí podremos equipar distintos sombreros. Porque nunca está de más que nuestra medusa vaya mona a pesar de la resaca.
Apartado gráfico y sonoro – Pixel art con mala leche
Donde realmente brilla NetherWorld, en mi humilde opinión, es en el apartado artístico y sonoro. Basta con echar un vistazo al portfolio de Alex Fariña Fernández para comprobar el talento del artista gallego: su dibujo cargado de detalle hasta la extenuación se ha trasladado con maestría al pixel art. La paleta de colores, a medio camino entre lo oscuro y lo pastel, le sienta como anillo al dedo al título y genera un contraste intencionado entre las ilustraciones que vemos en los cuadros de diálogo y los píxeles de las fases con scroll lateral.
Aun así, pese a cambiar lienzo por píxel, todos los personajes y entornos resultan reconocibles gracias a un uso preciso de la paleta y a unas siluetas inconfundibles, junto con un diseño de personajes que mezcla lo grotesco con lo caricaturesco.
“El pixel art de NetherWorld es grotesco, detallado y decadente… justo como su mundo.”
En la web de Hungry Pixel se menciona también a una artista previa, Isa Armentero, aunque no he podido encontrar información ni referencias a su trabajo para valorar su influencia en esta obra.
En cuanto a los escenarios, todos están repletos de detalles y animaciones fluidas, situándose en un punto intermedio entre un juego de 16 y 32 bits. No alcanza el nivel de detalle de un Blasphemous, pero tampoco cae en el píxel gordo y simplón de un Pac-Man.
Lo mismo podemos decir de la banda sonora, compuesta por el dúo de Filadelfia RogueSonics. Sus melodías viajan desde el chiptune hasta lo ambiental y lo orquestal, acompañando cada escena con un tempo cuidado y efectos sonoros que refuerzan la narración. Aquí no hay música de relleno: todo está colocado con intención.
La irreverencia narrativa y el humor negro se ven elevados por un apartado artístico y sonoro de lujo. Incluso los sonidos que emiten los personajes al hablar recuerdan vagamente al Animal Crossing, pero como si sus habitantes vivieran en un eterno after con rave incluida.
Conclusión: ¿Brindamos o pedimos la cuenta?
Para bien o para mal, NetherWorld es una obra que no deja indiferente. Es de esos títulos que polarizan: o entras de lleno en su propuesta irreverente o te quedas completamente fuera. Hay juegos que, aunque no te convenzan por su estética o dirección artística, pueden sostenerse en un gameplay sólido y divertido.
Bayonetta, por ejemplo, tiene una estética extrema, pero incluso si no te atrapa su universo, repartir mamporros sigue siendo un placer. En NetherWorld, sin llegar a tener una jugabilidad mala per se, tampoco destaca en ese apartado. Sí, hay bosses entretenidos y algún que otro minijuego curioso, pero si no conectas con la narrativa, con lo que intenta contarte y, sobre todo, con el tono en el que lo hace, se te puede atragantar.
Si no conectas con la irreverencia de Medoo, el juego puede hacerse bola más rápido que un chupito de absenta.
En mi caso, he disfrutado del irreverente viaje de Medoo, de sus personajes extravagantes y de unos diálogos cada cual más extremo, todo ello aderezado por una dirección artística de auténtico lujo.
Si lo tuyo son las aventuras sin complicaciones, con estética bizarra y diálogos con muy poca vergüenza, abre una birra, sírvete un cubata o un chupito y ponte cómodo: Hungry Pixel te ofrece barra libre.
NetherWorld sale el 12 de septiembre en Nintendo Switch y PC a través de Steam. Además, la versión para la portátil de Nintendo será distribuida por Selecta Play (rama de videojuegos de Selecta Visión) en una edición física tan cuidada como a las que nos tiene acostumbrados.
NetherWorld
NetherWorld es una aventura tan irreverente como decadente: pixel art detallado, música que embriaga y un humor negro que no pide perdón. Sus bosses y minijuegos aportan chispa, aunque —pese a la variedad de situaciones— puede hacérsete bola si no entras en su propuesta gamberra. Si lo haces, disfrutarás de un viaje único, como esas noches de fiesta improvisadas que, por más que intentes repetir, nunca vuelven a ser igual.
Lo mejor
- Dirección de arte y sonora
- Identidad gamberra
Lo peor
- Monótono pese a los minijuegos
- Puede hacerse corto
-
Historia
-
Jugabilidad
-
Apartado artístico
-
Apartado sonoro