DeAPlaneta nos ha invitado al pase de prensa de La astronauta (The astronaut), película de scifi y terror protagonizada por  Kate Mara. Entremos en materia para saber que nos espera ante esta producción que combina dos de mis géneros predilectos.

Un argumento consabido para una ópera prima de elenco reconocible

Sam Walker (Kate Mara) regresa en extrañas circunstancias de su primera misión espacial. El general William Harris (Laurence Fishburne), padre adoptivo de la comandante, le impone el permanecer en cuarentena, bajo la estrecha vigilancia de la NASA y el ejército, en una vivienda aislada de alta seguridad. Pese a vivir en una aparente normalidad, que comprende el protocolo de recuperación, Walker comienza a percibir sucesos inquietantes en los aledaños del complejo. Es entonces cuando comienza a sospechar que no ha retornado sola a nuestro planeta.

La joven realizadora Jess Varley afronta su debut en el largo, después de dirigir varios cortos, y dos de seis segmentos del filme antológico de carácter terrorífico Phobias (2021), que no he tenido oportunidad de ver. Los intérpretes que incorporan a la familia protagonista ya habían participado en producciones de raíz scifi: por ejemplo, Kate Mara en la olvidada Fantastic Four (2015)y su pareja en la ficción, Gabriel Luna, en The last of us (2023-), mientras que la hija de ambos es encarnada por la debutante, y un tanto cargante, Scarlett Holmes.

Varley, responsable también del guion, ha manifestado a Variety que se trata de un proyecto sumamente personal, cosa que no discuto, pero personal no tiene porque implicar creativo o original.

Los referentes de los que ha partido la cineasta de Brooklyn son dispares: oscilan entre influencias francamente inspiradas como la saga sobre el mítico dr. Quatermass (a cargo de la británica Hammer en su vertiente cinematográfica), y otras mucho menos sugerentes. estética y argumentalmente, como ET (1982) o Falling Skies (2011-2015).

Rodada en Irlanda, como es habitual, por motivos fiscales, la película fue presentada en marzo en el reconocido festival tejano SXSW (Austin), que se ha tornado imprescindible a la hora de promocionar títulos, principalmente de género, que posteriormente serán comercializados globalmente.

Aspectos positivos y aspectos mejorables

Entre los aspectos positivos, destaca Kate Mara, clara protagonista del producto. La citada actriz neoyorquina (sustituta de última hora de la anunciada Emma Roberts) no da un recital interpretativo, pero su trabajo es digno y ajustado a las exigencias de un guion bastante entretenido pero desigual, sobre todo en su acto final.

Una de las pocas secuencias en las que la puesta en escena aporta más allá de la mera corrección es la del ataque de unos gruesos insectos voladores que acechan a la familia protagonista. La brevedad y concisión con la que está planificada la agresión del enjambre representan el mayor logro del film junto a sus primeros compases, consiguiendo generar cierta inquietud. 

Las localizaciones irlandesas, que pretenden ser una bella pero inhóspita zona rural no muy lejos de Washington DC, cimientan gran parte de la atmósfera de La astronauta, así como el búnker para estadistas bajo el alojamiento de la astronauta, que a priori perfilan el sancta sanctorum de los ejercicios de estilo deudores de la serie B: uno o dos escenarios restringidos en los que desplegar la acción pueden conducir a un film de género más atractivo que productos de mucha mayor escala logística. 

Entre los numerosos aspectos mejorables, la construcción dramática: empieza bastante fuerte pero se deshincha rápido. A estas alturas, pretender la construcción de un relato absorbente, intrigante, en base a jump-scares, hecha un poco para atrás. 

Por otro lado, la subtrama familiar no acaba de funcionar, se hacen ciertos apuntes al respecto (el hecho que Walker sea adoptada, su inclinación por el temerario oficio de astronauta en detrimento de la familia), pero sin llegar a hilvanar un subtexto cohesivo. La tibieza del tono, que no se atreve a explorar más ciertos aspectos, es acentuada por la falta de garra de la puesta en escena.

Laurence Fishburne, en clave de secundario con galones, como nos tiene acostumbrados desde hace 15 años (al menos, desde Predators– 2010-), incorpora un personaje antipático de principio a fin, y con un desarrollo claramente insuficiente. La cantante Macy Gray, que en otras ocasiones, como en Training day (2001), ha demostrado que sabe actuar, defiende un insustancial cameo.

Los efectos especiales, principalmente de maquillaje y CGI (subcontratados, en parte, a un equipo indio, evidentemente por razones monetarias), son discretos y meramente funcionales, aunque toda una declaración de intenciones, por blandos e infantiloides, respecto al diseño de ciertos artrópodos fosforescentes.

Respecto a la banda sonora, es demasiado enfática, poco sutil, en diversas escenas de suspense que necesitan una gradación de la tensión más reposada. Por contra, en lo que respecta al soundtrack, hasta tres canciones de soul, no muy conocidas pero estupendas, suenan en el primer tercio del film con cierta función narrativa. 

En el tercer acto se estropea bastante la trama. La amenaza que esgrime un personaje en este acto es neutralizada de manera excesivamente sencilla, no consigue transmitir suficiente peligro. Lo más mediocre del conjunto, sin duda, los predecibles y risibles diálogos en la que representa, quizá, la escena supuestamente con mayor trascendencia del film, cercana al clímax. La conclusión no dista en exceso de las resoluciones de series antológicas como Twilight Zone o The Outer Limits, pero sin su capacidad de sorpresa o implicación emocional. 

Citar, por último, un gazapo de sentido común: en la secuencia de apertura, rodada con eficacia (aparece en el tráiler), en la que la NASA rescata a la protagonista del módulo de aterrizaje, los encargados de llevar a cabo el salvamento no llevan siquiera mascarillas baratas, algo que desprende muy poca credibilidad. Se puede argumentar que es un mero detalle, pero hay detalles que te pueden sacar de una película, sobre todo si esta se enmarca en una ficción astronáutica con pretensiones de verosimilitud.

Conclusión

Producción parcialmente fallida, se echa a faltar la extracción de un mayor partido respecto a sus elementos conceptuales y formales; el hecho que sea entretenida en parte de su metraje, no la redime de sus numerosas carencias. Probablemente, el problema radica en que la idea de base es ciertamente trillada, puesto que en el audiovisual la mezcolanza entre scifi y supuesto terror ha sido sobreexplotada.

Las aportaciones de relieve solo están al alcance de autores/as privilegiados, consolidados  y con las ideas muy definidas, como Noah Hawley, máximo responsable de Alien: Earth (2025-). Esperemos que la directora  tenga más oportunidades en un cine de presupuesto medio como el de La astronauta puesto que sus anteriores incursiones se restringían a un marco indie.

En definitiva, esta película se queda en tierra de nadie, desaprovechando sus premisas de marcado corte genérico, y que pese a contar con un puñado de destellos formales y de producción eficaces e interesantes, involuciona de más a menos en demasiados sentidos.

 DeAPlaneta: 25 años de apuesta decidida por el cine de género

La distribuidora hispanoitaliana, que en su cuarto de siglo de trayectoria ha demostrado una inclinación evidente hacia el cine de género (¡Cuántas alegrías nos da!), ha adquirido esta película independiente para el mercado español. Su estreno tendrá lugar el próximo 26 de septiembre.

Hay algo que no entiendo a la hora de vendernos esta película: se presenta, desde la vertiente del marketing, básicamente como adscrita al terror y a la scifi. Una vez visionada, la considero un thriller aderezado con elementos fantásticos. Lo cierto es que la ciencia-ficción, a nivel cualitativo, quizá ha proliferado los últimos años mucho más en el medio televisivo y en el streaming que en pantalla grande, con excepciones de renombre como Ad Astra (2019).   

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Soy Joan de Barcelona, ya más cinéfago que cinéfilo, y enamorado desde pequeñajo, cómo no, del cine de género, especialmente del horror y la sci-fi en todas sus entrañables variantes. Asiduo de festivales desde la prematura edad de 12 años. Sitges fue el primero, y desde entonces por suerte no he faltado una sola edición. En 2023 incursioné por primera vez en Cannes, y el año pasado en Donostia. Graduado en Comunicación y máster en gestión cultural. Gracias por leernos!

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