Si os digo: tipo en mallas azules, capa roja, que vuela, tiene abdominales imposibles y se pone las gafas y de pronto nadie lo reconoce… sabéis perfectamente de quién hablo. Pero por si acaso venís de otro planeta (no necesariamente Krypton), os confirmo que sí, estoy hablando de Superman, el nuevo Superman de James Gunn.
Ese que llevaba años en el aire (literalmente) y que muchos creíamos que jamás llegaría tras el adiós de Henry Cavill, la odisea de Warner, las mil y una cancelaciones y los líos de universos que ni la teoría de cuerdas. Pues sorpresa: Superman ha vuelto, y no sólo ha vuelto, sino que lo ha hecho con una peli que huele a clásico, a cómic vintage… (y a besuqueo en la redacción del Daily Planet) ¿Sientes curiosidad? ¡Pues sigue leyendo!
Pasión de periodistas
Importancia a lo importante, el romance entre Lois (Rachel Brosnahan) y Clark (David Corenswet) es oro puro. Si algo deja clarísimo Gunn desde los primeros diez minutos de película es que esta pareja no está aquí para ser la típica dinámica de damisela en apuros y héroe que salva el día. No. Aquí hay química. Chispas. ¡Y pasión, mucha pasión!
Quizás me pilló en un momento sensible. Quizás es que una no es de piedra. Pero el momento (y perdón por el mini spoiler) en el que Lois llega a su casa y encuentra a Clark cocinando y entonces se cogen (perdón, agarran), se besan y… bueno, no pasa nada más (en mi mente sí), me vais a disculpar, pero a una la dejo floja. Y es que este momento resume la esencia de esta película: es épica, sí, pero sobre todo es humana.
Porque la grandeza de Superman de Gunn no está en las épicas escenas de vuelos con el logo de Superman en primer plano, ni en los puñetazos que te duelen a ti. Esta en la gente corriente, en los detalles, en lo pequeñito. Una anciana que para la evacuación elige llevarse su tortuga. Los niños de Jarhanpur levantando la bandera con el símbolo de Superman. O el momento de Clark de vuelta a Smallville con sus padres y el mensaje que le dan…
Y es ahí donde Gunn mete el dedo en la llaga y nos da una peli que, entre explosiones, rayos láser y edificios cayendo, te habla de familia, de identidad, de humanidad. Ese momento me rompió el corazón. Porque ahí está la clave de este Superman: no importa de dónde vengas, ni la misión que te había sido encomendada, sino quién te enseña a ser buena persona y lo que aprendes durante la vida.
Hola, soy Clark Kent
David Corenswet desde luego se ha estudiado a Christopher Reeve fotograma por fotograma. Lo podemos ver en como encarna a Clark, sobre todo en su primera aparición. Encogido de hombres, con el cuello adelantado, encorvado para parecer menos alto, hablando por el flequillo como si avergonzara de su propia existencia… Y entonces, ¡zas! Levanta la barbilla, frunce el ceño, y de pronto Superman está ahí.
Es un equilibrio precioso entre la ternura de Clark Kent y la autoridad casi regia de Superman. Y Gunn lo sabe y lo explota. Porque este Superman no es oscuro ni torturado como el de Snyder (que ojo, tenía lo suyo), sino un tipo que sufre y duda, pero que sigue siendo el rayo de sol que todos necesitamos.
La Banda de la Risa y sus amigos sin un pelo de gracia
Es hora de hablar de los acompañantes de Superman en esta cinta, y es que el añadido de la Justice Gang (nombre aun por decidir) a la historia es el toque de humor ridículo que tanto le gusta a Gunn pero que integra perfectamente en la historia. Y aunque podríamos eliminar a dos personajes de la trama y no pasaría nada, son tan necesarios como inútiles.
Yo de verdad que quiero a amar a Hawkgirl, pero es que no hace nada, no sirve para nada, es un muñeco de acción como lo es Green Lantern (tan ridiculizado que te hace echar de menos a Ryan Reynolds), pero eso sí, increíblemente interpretado por Nathan Fillion e Isabella Merced (Dina, Dina, la exploradinaaaa).
Y finalmente, por supuesto, tenemos al Lex Luthor de Nicholas Hoult que, a mi parecer, y pese a las reticencias que tenia de primeras sobre el actor, me ha sorprendido muy gratamente. No esperéis aquí al Luthor serio, calvo y con cara de funeral de Gene Hackman o Kevin Spacey. Ni al empresario trajeado y supervillano de Wall Street de Jesse Eisenberg (ese que parecía tener exceso de cafeína y Wi-Fi).
Este Lex es un loco adorable… y escalofriante al mismo tiempo. Hoult le da un rollo casi de genio infantil y caprichoso. Se ríe solo, gesticula muchísimo, tiene ese punto de “niño rico que está demasiado acostumbrado a salirse con la suya” y, de pronto, te suelta un discursazo sobre el poder, el control y lo mucho que odia que Superman le robe el foco de atención. En resumen, el Lex que muchos hemos soñado desde el principio.
Vote for Superman
Nos guste o no, la política esta en todo, y Superman, es y siempre ha sido política.
En la peli de James Gunn esto se ve clarísimo. Primero, porque Lex Luthor representa a los súper magnates y a los grandes empresarios que quieren el poder absoluto. Lex no solo odia a Superman por ser un alienígena poderoso: lo odia porque le roba el foco mediático y amenaza su dominio económico y social. En otras palabras, Superman es el héroe del pueblo, y Lex es el multimillonario narcisista que no soporta perder influencia.
Esto conecta de lleno con la crítica al capitalismo salvaje. Gunn mete pullas directas (y otras más sutiles) a cómo los millonarios creen que todo tiene un precio, incluso la verdad. Lex es el empresario que se vende como salvador, pero lo único que le interesa es el control.
Y no solo es Lex. En la peli se ven referencias a dictadores y gobiernos autoritarios. Hay discursos sobre “seguridad” y “orden” que suenan peligrosamente actuales, con personajes que cuestionan si un solo ser con tanto poder —como Superman— debería existir o si es mejor “controlar” su influencia. Aquí Gunn mete el dedo en la llaga de los debates sobre vigilancia, populismo y dictaduras “blandas.”
Además, está la parte de la inmigración: Superman es el alienígena que llega a la Tierra y trata de encajar. En un mundo lleno de miedos, fake news y nacionalismos, la peli plantea la pregunta de siempre:
¿Quién merece ser considerado “de los nuestros”?
Y es que Superman no es solo americano. Es universal. Es la esperanza de que alguien con poder luche por los más débiles. Y Gunn lo subraya en escenas donde Superman salva a gente corriente, sin preguntarles de dónde vienen ni en qué creen.
Not so good Boy!
Pero no vamos a terminar esta crítica sin mencionar lo mejor de la película. Y eso es, Krypto, el perrito volador con capa roja y escudo de Superman, que se come la pantalla, literalmente.Is this perfection?
A TODAS TODAS, SI. Vale, a ver, no, no del todo. Gunn sigue teniendo ese puntito histriónico que a ratos roza el exceso de chiste fácil. Y hay alguna secuencia que parece sacada de Guardianes de la Galaxia (pero con capa roja). Pero me da igual, porque hacía años que no salía de una peli de superhéroes con una sonrisa tan grande. Me he reído, he llorado, y me ha hecho recordar por qué Superman sigue siendo uno de los mejores héroes que tenemos. Solo os diré una cosa, yo ya no se quien es Henry Cavill…
Así que, si vais al cine pensando que vais a ver al Superman pétreo y atormentado de Snyder… os vais a llevar un chasco. Pero si queréis ver al Superman luminoso, al Clark torpe y adorable, a Lois Lane devorando la pantalla, y a un James Gunn que ha hecho una carta de amor al cómic y a la humanidad, id corriendo. Eso sí, llevad pañuelos, llevad chuches (o palomitas) y dejaos llevar.
Superman de James Gunn se estrena en cines de toda España hoy día 11 de julio. Nosotros le damos las gracias a Warner por invitarnos al pase de prensa y así poder traeros esta crítica que esperemos hayáis disfrutado. Porque la vida necesita superhéroes. Y Superman ha vuelto para recordárnoslo.
2 comentarios
Tenia ganas de leer la crítica. Le tengo ganazas a esta peli por el rollito vintage, el Superman de toda la vida y sobretodo, por Krypto 🥰 pero con tu crítica me voy planeando ya el domingo xD
Dale caña! Te va a encantar 🙂