Preparen las linternas, el Wi-Fi, agudicemos el sentido común y… allá vamos con la reseña de Cómo conocí a mi Catfish.
Hoy, os traemos una historia de amor… Quizás no es la que te esperas si al leer esa frase piensas en un “vivieron felices y comieron perdices”, sino de esas que empiezan como una notificación de WhatsApp a las tres de la madrugada cuando jurabas que tenías el móvil en silencio… y acaban con una prueba de confianza e identidad. Una historia de pantallas que acarician y sombras que se esconden tras una foto perfecta.
Lara Lawsom nos abre una puerta, no solo a una novela, sino a un viaje emocional íntimo y vertiginoso. Así que preparaos para acompañarnos en esta reseña literaria donde nos adentramos en la montaña rusa de emociones de Lara, desciframos cómo funciona el catfishing en la vida real y exploramos qué nos dice este libro sobre la forma en la que amamos (y nos engañan, por mucho que duela) en internet.
Un flechazo con Wi-Fi – Sinopsis
Fuego, memoria y mitología. El viaje de Lara comienza con una advertencia, como ese consejo que te da una amiga cuando estáis charlando de madrugada. El propio prólogo del libro funciona como un reflejo de lo que te encontrarás después: algo que nace simple, cotidiano, y que tras la debida y prolongada elaboración revela su verdadera naturaleza. Ese giro brillante del final no es más que el espejo de lo que aguarda en las páginas venideras, porque a veces es difícil reconocer ciertas cosas cuando las tienes delante… sobre todo cuando adoptan otra forma.
A veces lo cotidiano es solo el disfraz de algo más peligroso
Y esa forma, en este caso, fue un cumpleaños. Un tuit compartido por casualidad. Una respuesta entre cientos. Un nombre que no significaba nada… todavía.
La primera toma de contacto con Fakima nace de la forma más inocente: una felicitación graciosa en Twitter, una conversación sobre sillas gamer, un intercambio de nostalgias videojueguiles, incluso la promesa de una Super Nintendo que quizá nunca existió. Nada extraordinario, nada fuera de lo común. Solo dos personas compartiendo gustos y anécdotas frikis en una red social.
Pero ahí, en lo simple, empezó a moverse algo. La atención. La curiosidad. El “ay, mira, me ha vuelto a escribir”.
El tipo de pequeñas chispas digitales que parecen inofensivas… hasta que dejan de serlo.
Septiembre se convirtió en octubre, y luego en noviembre, y esa relación que parecía anecdótica empezó a ocupar espacio en la vida diaria de Lara: mensajes más frecuentes, detalles que denotan que alguien te observa con interés, invitaciones a jugar, conversaciones que se hacen cada vez más personales. Un ritmo suave, progresivo, que cualquiera reconocería: esa mezcla de ilusión, intriga y una sensación en el estómago que no sabes si llamar mariposas… o aviso.
Las señales estaban ahí… pero el amor siempre tiene mejor iluminación
La voz de Lara – Estilo
Uno de los grandes aciertos del libro es la voz narrativa de Lara Lawsom: tan cercana que parece que te esté contando la historia en una cafetería, con un latte en la mano y ese brillo nervioso en los ojos que aparece cuando alguien te habla de algo importante.
Lara escribe como piensa y siente, sin artificios. Hay momentos en los que se muestra ingenua —porque todos lo somos cuando queremos creer en alguien—, pero en la base siempre late una persona cálida, empática y profundamente protectora con quienes quiere. No es la voz de alguien que busca convencerte; es la de alguien que te confía algo íntimo.
Esa sinceridad es lo que hace que el libro funcione. No estás leyendo una historia ajena: estás acompañando a una amiga mientras te abre su diario emocional, capítulo a capítulo. Sus dudas, sus ilusiones, su forma de justificar pequeñas incongruencias, sus pinchazos de angustia cuando algo no cuadra, la manera en la que se aferra a la esperanza… Todo está contado con la honestidad imperfecta de quien se expone de verdad.

Y ahí es donde radica la magia: no es solo la historia de un catfishing, es la historia de cómo alguien decide creer en el amor aunque el mundo, y las señales, digan lo contrario.
Esa voz cercana es el hilo conductor que te atrapa. Hace que sientas que estás dentro de la conversación, que formas parte de su círculo, y que tú también quieres protegerla… incluso cuando ya intuyes que la caída está cada vez más cerca.
Bola de nieve emocional – Estructura y ritmo
Aunque el título ya te advierte de que algo no va bien, el libro consigue un efecto sorprendente: cuanto más lees, más dudas de tus propias certezas. Lara construye su relato como quien empuja una pequeña bola de nieve cuesta abajo: al principio parece controlada, hasta inocente, pero con cada mensaje, cada detalle nuevo y cada conversación nocturna, la bola crece, gana peso… y empieza a rodar sola.

Lo brillante es que nunca sientes que el ritmo se dispare de forma artificial. La historia avanza con naturalidad, siguiendo el mismo patrón emocional de cualquier enamoramiento moderno: mensajes que te hacen sonreír, momentos que te angustian porque algo chirría, silencios incómodos, ilusiones que se inflan, pequeñas inconsistencias que una prefiere ignorar. Y tú vas con ella. Como si no hubiera otra opción.
Lara dosifica muy bien la información: te da lo justo, en el momento exacto, para que creas que ya sabes hacia dónde va la historia… y justo cuando crees que has visto la cima, aparece otro detalle, otra contradicción que vuelve a poner todo patas arriba.
Esa construcción hace que la lectura sea adictiva. Sabes que la caída llegará. Sabes que algo se romperá. Pero la forma en la que Lara te guía por la subida, emocional, intensa, a ratos contenida y a ratos dulce, hace que quieras seguir avanzando, incluso cuando algo dentro de ti dice “uff, esto no puede acabar bien”.
En definitiva, Cómo conocí a mi catfish convierte la progresión emocional en su mayor fortaleza: transforma una historia anunciada en una montaña rusa donde lo importante no es el final… sino cómo se va desmoronando (o fortaleciendo) la visión de Lara paso a paso.
Entre mariposas y red flags – Conclusión
A medida que avanza la historia, Lara te hace sentir esa mezcla tan reconocible de ilusión y duda. Las mariposas aparecen rápido: la complicidad, los gustos compartidos, el sentirse vista. Pero también lo hacen esas pequeñas inconsistencias que, cuando te estás enamorando, suenan más a eco que a alarma.
Fakima no entra como una amenaza. Entra como entran los catfish reales: con detalles amables, interés genuino (o eso parece), silencios que justificas y una presencia online que da más calor del que debería. Y ahí está la fuerza del libro: entiendes por qué Lara confía, incluso cuando tú ya estás viendo las red flags con claridad. Y lo más curioso es que, igual que le pasa a ella, tú también te sorprendes cuestionándote todo el rato si estás interpretando bien lo que lees. Esa duda compartida es lo que hace que la historia funcione tan bien: te mete dentro del autoengaño, sin manipularte, pero haciéndote sentir exactamente lo que la autora quiere que sientas.
La historia funciona como un recordatorio de cuán vulnerables somos en Internet. Las emociones no distinguen si vienen de un abrazo o de un audio de madrugada. Y en un espacio donde es tan fácil idealizar, también lo es perder de vista la realidad.
Las pantallas acercan, sí, pero también te permiten esconderte mejor que cualquier máscara
Pero lo más bonito es cómo la autora muestra la importancia de la red de apoyo: amigas que sostienen, que cuestionan, que acompañan. El libro deja claro que enamorarse es precioso, pero tener quien te agarre cuando caes es todavía más importante.

Cómo conocí a mi catfish es una lectura cercana, humana y adictiva. No por el engaño en sí, sino por cómo está contado: con honestidad, con emoción y con una voz que te hace sentir parte de su círculo. Es una historia sobre amor, sobre engaño y sobre lo difícil que es reconocer ciertas cosas cuando las tienes delante… especialmente cuando vienen disfrazadas de interés y cariño digital.

Recomendado para quienes hayan amado por Internet, quienes busquen una historia emocional que se lea casi de un tirón, y para cualquiera que quiera entender mejor cómo funcionan, y cómo nos hieren, los vínculos en la era de las pantallas.
Cómo conocí a mi catfish (Lara Lawsom) está disponible en Amazon desde el pasado 9 de septiembre en formato físico y digital. Desde aquí queremos agradecer a Lara el habernos enviado un ejemplar de su obra porque los peligros de las redes sociales están a la orden del día y porque una historia como la suya merecía ser contada.
Ficha técnica del libro
Título: Cómo conocí a mi catfish
Autor: Lara Lawsom
Editorial: Autopublicado
Formato: 13,97×21’59cm — 191 páginas — Tapa blanda
Precio libro en papel: 9,95 euros
Precio ebook: 2,87 euros

