Si juntas John Wick, Fast & Furious, Malditos Bastardos y un western cualquiera, los agitas bien en una coctelera y lo echas sobre un guion… ¡BUM! Ya tienes SISU: Camino a la venganza. Bueno, también serviría coger al Correcaminos y al Coyote y hacer una versión hiperrealista, para qué nos vamos a engañar.
¿Sois fans de la primera? Pues mira, me alegro mucho: aquí tenéis una segunda parte que no tiene un camino muy claro a seguir, pero que trae todo lo que tenía la primera… solo que esta vez los nazis son rusos.
Con nazis siempre mola más
La guerra ha terminado, el bando ganador se reparte las tierras y, como la URSS ayudó a derrotar a Hitler, se ha quedado con territorios de Finlandia por la cara. Con ello ha dejado a miles de personas expulsadas de su tierra natal y sin hogar. ¿A todos? Todos menos una pequeña aldea… ah no, perdón: todos menos un finlandés que resulta ser el Koschéi (El Inmortal), un antiguo soldado que mató a más de 400 rusos durante la guerra y otros tantos nazis en SISU, la primera parte. Qué casualidad, oiga.
El caso es que Aatami Korpi (Jorma Tommila, SISU) vuelve a su casa para llevársela bajo el brazo. Bueno, en verdad en un camión, pero si quisiera, se la llevaba arrastrándola con los dientes. ¿Y qué pasa? Pues que el Ejército Rojo se entera de que sigue vivo y quiere ser feliz, y deciden que no: que la guerra ya acabó, pero ¿por qué no iniciar otra en pequeñito? Así que mandan a Yeagor Dragunov (Stephen Lang, Avatar), el asesino de la familia de Aatami e iniciador de todo este lío, para arreglar su desaguisado.
Y así, como si de Tom y Jerry se tratara, comienza una persecución entre Fast & Furious y Mad Max, donde los rusos tienen todas las de perder. ¿Es que no les bastó con los 400 hombres que perdieron en la guerra? ¿No vieron cómo murieron decenas de nazis intentando quitarle el oro al pobre señor? Pero Yeagor es muy malo, muy malo, muy malo… y tiene mucho ego, y no va a dejar que la leyenda del Koschéi siga viva. Muy a su pesar.
Más allá de lo creíble, si eso es posible. Y si es imposible, haremos que lo sea
Entonces llegan el guionista y director Jalmari Helander y su amigo y productor Petri Jokiranta y dicen: “¿Y si hacemos una secuela donde todo sea más loco aún y hablen menos todavía?”. Y claro, uno le sujetó el cubata al otro y aquí estamos.
La filosofía de SISU: Camino a la venganza es clara: si al público le gustó la acción trepidante e inventiva de la primera, entonces si la hacemos aún más dinámica, más potente, más gore… pues éxito asegurado (insertar meme de Éxito).
El resultado es, como describe su productor, una historia de acción implacable y sin concesiones, una auténtica montaña rusa (y aquí añadió “ba dum tss”; no tengo pruebas, pero tampoco dudas). Así que tendremos persecuciones con motos y conductores blindados, bombardeos aéreos y, por supuesto, bombas y misiles intercontinentales. No está la bomba Zar porque no les daba el presupuesto para efectos especiales.
Duelo de titanes
Como el villano de SISU era bastante meh, en SISU Camino a la venganza ficharon a Stephen Lang, veterano en el papel de malo implacable, para hacerlo némesis de Aatami. Con su energía malvada en contraposición al héroe silencioso, crea ese contrapunto necesario para que la historia se sostenga (no).
En la persecución constante, donde el infierno se desata más de una vez, las normas internacionales no importan, y si cruzar la frontera es crucial, la única prioridad de Yeagor es hacerle la vida imposible al pobre hombre que decidió que rendirse no estaba en su vocabulario, al revés, estaba lleno de SISU. Palabra que al parecer, no tiene traducción del finlandés. Espera, espera y si… «resiliencia». Anda, pues sí que tiene.
Al final tendremos un duelo entre ambos “malignos” (recordemos que hemos llamado héroe a Aatami, pero este señor mató a 400 soldados rusos que tendrían familia e hijos también), y solo podrá quedar uno. Que no os diremos quién es Aatami.
Un cuadro exquisito de acción
No estoy diciendo que SISU: Camino a la venganza sea una peli de dudosa calidad, pero hay que reconocer que el guion podría haber sido mejor. Un héroe inmortal (porque por mucho que lo vistan de SISU, este señor tiene más vidas que un gato) que sale de absolutamente todo con solo rasguños y te destroza en un abrir y cerrar de ojos con un palillo si hace falta. Superman pero sin super, solo man.
Si a eso le añadimos una fotografía excelente, unos efectos especiales casi siempre exquisitos (sobre todo los prácticos) y una banda sonora entre Morricone y Gustavo Santaolalla, tenemos un producto de mucha calidad.
Y ojo, no digo que no haya disfrutado como un niño de 12 años viendo sangre, explosiones y piruetas imposibles por segunda vez en pantalla grande. La película es lo que es: serie B premium, llena de humor para pocos gustos y violencia “pulp”.
¿Que tienes 90 minutos para ver SISU: Camino a la venganza? No vas a sentir que has tirado tu tiempo; eso sí, notarás que una o dos neuronas han decidido suicidarse. Solo queda aplaudir y decir “lo lo loooo” al final.
La revenganza
Esperemos que director y productor se hayan quedado a gusto y no haya una tercera película de SISU. Ya no por nosotros: por el pobre señor. Dejen que descanse. Si quieren, hagan una con una señora repleta de odio porque alguien le robó su novela favorita, o la receta de tarde de la abuela, no sé, algo absurdo.
SISU: Camino a la venganza deja claro que no pretende ser un retrato fidedigno de la Segunda Guerra Mundial ni de Simo Häyhä, apodado “La Muerte Blanca” (para eso ya están haciendo otra película). Quiere ser una parábola de la perseverancia, de la venganza visceral del spaghetti western y de la hipertrofia de la acción moderna.

Es una película para ser disfrutada en una pantalla enorme y asumida como lo que es: cine de palomitas, de esos de dar palmas y reírte a carcajadas con cada locura. SISU: Camino a la venganza es para amantes del género de acción sin concesiones, sin gusto, sin cerebro: solo acción. Ah sí, tiene patadas en las pelotas.
SISU: Camino a la venganza se estrena el 21 de noviembre en salas de toda España de la mano de Sony Pictures. Y si después de leerme no te han entrado ganas de ir, es que no has entendido nada: ve, que te va a gustar.

